EXPLOTAN A NIÑOS INDIGENAS EN LOS CAMPOS DE CALIFORNIA

Fotos y servicios por Semilla
Linden California. Luis Miguel Mijares
Solis dice tener 16 años de edad, ya es un trabajador migrante pizcador de cereza en el Condado San Joaquin. Sale de su casita de campaña convertida como vivienda temporal instalada bajo los árboles de una huerta de cereza para platicar con Semilla. “Aquí dormimos y cocinamos. Somos como 150 paisanos que venimos siguiendo la pizca de la cereza desde aquel lado de Fresno y de aquí nos iremos a otros estados más al norte” Otros jovenes se acercan, por su rostro representan menos edad que Luis Miguel.

Este grupo de indígenas emigraron desde las poblaciones aledañas a Tehúacan Puebla México. Se comunican en Náhuatl y en español. Luis nos dice que emigro sin familiares, y que el dia de ayer recibio una noticia de su máma que le informó que su padre fallecío al caer de un caballo. “Ahora no solo soy hijo sino la cabeza de la casa” y agrega “antes de emigrar, trabaje en la Central de Abastos de la ciudad de México” “En Tehúacan hay poco trabajo donde jovenes -hasta más chicos que yo-los emplean las maquiladoras pero no pagan muy poco”

El caso de Luis Miguel Mijares nos ilustra el problema de la migración laboral de menores que son casi niños y jovencitos que viajan solos y son uno más entre grupos de trabajadores agrícolas en los valles de California representando la mano de obra mas vulnerables para la explotación. Aquí no existen leyes laborales ni acuerdos internacionales que los protegan. Es más, Luis Miguel como el resto del grupo dicen desconocer lo mas basico de sus derechos laborales que tienen al trabajar en los campos de California.

Ironicamente, el día que hablamos con Luis, el12 de junio, se celebra el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, pero aquí nadie lo sabe, pero tampoco esta solos al desconocer esta celebración, también es ignorada por grupos laborales y muchos medios de comunicación. Lo importante para Luis Miguel y al grupo de trabajadores por el omento, es que les pagen sus salarios pronto para levantar sus tiendas de campaña y pertenecias del suelo para seguir las cosechas pizcando cereza a los estados de Oregon y Washington porque aquí ya termino la cosecha. También desconocen que muy cerca de donde trabajaban, una joven de 17 años fallecío recientemente por las altas temperaturas, se llamaba María Isabel Vazquez y también de comunidades indígenas de México.

De acuerdo a documentación que Semilla ha documentado de menores migrantes indígenas trabajando como jornaleros agrícolas en el norte del Valle Central, encontramos que entre migrantes indígenas, entre un 10 a 20 por ciento son menores de edad y cada año esta aumentando de 5 a 10 por ciento.

Además encontramos que los menores migrantes estan más expuestos a menor pago por jornal y más sujetos a violaciones laborales en zonas peligrosas de trabajo.

A nivel nacional, cientos de niños trabajan en la agrícultura en los Estados Unidos pero no hay datos precisos. Estadisticas del gobierno federal estiman en cientos de miles de niños entre los 12 a 17 años trabajando en el campo y la mayoria son latinos recién llegados de México y Centro América que viajan sin la protección de algun familiar. Pero no hay información de los menores indígenas trabajando en la agrícultura y que emigran también sin familiares cercanos.

A nivel internacional la situación del trabajo infantile es grave. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en todo el mundo cada día más de 200 millones de niñas y niños se dedican a trabajar en trabajos pesados y peligrosos para ayudar a sus familias a sobrevivir. De cada diez niñas y niños que trabajan, siete lo hacen en el sector agrícola, 2.2 en el de servicios y 0.9 por ciento en la industria, incluidas la minería, la construcción y las fábricas. La situación, de por sí grave, es originada por la impune pobreza que se encuentran sus comunidades.