El periodo de mayor esplendor de la civilización del Anáhuac se conoce como Periodo Clásico. Un milenio de luminoso desarrollo humano en plenitud, que va del año 200 a.C al 850 d.C. Pocas civilizaciones han llegado a tener un tiempo tan largo de florecimiento y perfeccionamiento. Los expertos no se explican cómo fue posible este insólito hecho humano, dado que ninguna civilización logró este periodo tan largo de esplendor, y en un territorio tan extenso y diverso culturalmente, sin recurrir al uso de las armas.
El periodo Clásico fue la mejor época que vivó la civilización del Anáhuac. Sus mayores logros en el campo de las humanidades, la ciencias y sobre todo, en la realización plena de la sociedad, no tiene precedentes en la historia del planeta.
Estos alcances civilizatorios han sido, desde 1521 hasta la fecha, menospreciados y vilipendiados por la ideología criolla -imperante desde hace dos siglos- y que es heredera directa del sistema colonial, en el que la civilización vencida e invadida no ha tenido ningún valor, -por el contrario-, se le acusó de primitiva, salvaje, caníbal y demoníaca en el pasado y en nuestros días de ignorante, atrasada y retardataria. Por esto, en estos 200 años jamás, en la construcción de México, se ha tomado en cuenta la sabiduría y experiencia de una de las civilizaciones más antiguas del planeta. La que logró el más alto grado de desarrollo humano para todo su pueblo.
Sin embargo, a pesar de los pesares, la raíz filosófica sigue viva en el “banco genético de información cultural” de los pueblos y culturas del México contemporáneo. Esto es más que evidente, aunque la colonización mental y cultural lo niegue. Ahí están China e India, tan antiguos como el Anáhuac. El milenario “espíritu humano” de las civilizaciones no muere; en nuestro caso, solo esta “inconsciente” debido a la ignorancia de nosotros mismos.
Estos mil años de esplendor son el resultado de casi seis mil del periodo formativo o Preclásico. De esta manera, sí los olmecas son la cultura representativa de preclásico, será la llamada cultura tolteca, la que representará este importante periodo.
La Toltecáyotl es la experiencia y sabiduría sistematizada de los antiguos habitantes de esta parte del mundo, que tenía como fin alcanzar el equilibrio y plenitud existencial de los seres vivos: sean plantas, animales, seres humanos, el planeta y el mismo universo. La Toltecáyotl partía del conocimiento básico para satisfacer las necesidades de orden material de subsistencia, hasta llegar a buscar la realización plena del ser humano, la familia y la sociedad, en los terrenos de lo divino y sagrado de la espiritualidad. Es decir, en las elevadas necesidades de trascendencia.
Los hombres y mujeres de conocimiento que entregaban su vida a los niveles más altos de estudio e investigación de la Toltecáyotl, eran conocidos como “toltecas”. De modo que había toltecas nahuas, mayas, mixtecos, zapotecos y un largo etcétera. Durante este largo periodo el epicentro cultural era Teotihuacan y existían en paralelo, otros centros de conocimiento en todo el Cem Anáhuac, hoy conocidos como zonas arqueológicas que, no fueron ciudades, menos fortalezas o palacios, y que estaban íntimamente ligados y hermanados por la Toltecáyotl.
Mil años en la que los pueblos anahuacas vivían en paz, armonía y equilibrio, gracias a los venerables maestros que enseñaban preceptos de justicia e igualdad, pero que sobre todo, enseñaban una forma de vivir e interpretar el mundo, dándole un significado muy importante a la trascendencia espiritual del ser humano, la familia y la sociedad. Todo esto integrado totalmente con el universo.
Esto se logró en base a contar con una sólida pirámide de desarrollo humano que alentaba la investigación y creación del conocimiento biófilo, la educación obligatoria, la no invención de las armas y el uso de la violencia, el comunitarismo y la exclusión de la propiedad privada y la moneda y el compartir con todos los pueblos un mismo propósito social de alta significación y prioridad de Estado, consagrado en el desarrollo espiritual y la obligación y responsabilidad humana de mantener el equilibrio y armonía del mundo y el universo.
La Guerra Florida de los toltecas, era la batalla interior de carácter espiritual, que buscaba el despertar de la conciencia y la lucha contra las fuerzas gravitatorias que arrastran a la materia a caer en los abismos de la estupidez humana. El periodo Clásico y sus grandes logros se explican al entender al Estado y a la sociedad involucrada totalmente en el desarrollo del potencial espiritual, luchando diariamente contra la natural imperfección humana.
El símbolo filosófico religioso de esta elevada aspiración humana es Quetzalcóatl o la Serpiente Emplumada. Concepto que sintetiza de manera genial la aspiración de una civilización por encontrar la plenitud en el equilibrio. Los toltecas simbolizaron al Espíritu con el quetzal y a la materia con el cóatl o serpiente, de modo que “el quetzalcóatl” es un símbolo filosófico-religioso que nos habla de la búsqueda del ser humano conciente por desarrollarse en equilibrio, para encontrar la plenitud y con ello, la trascendencia existencial.
Toda la compleja y ancestral sabiduría tolteca es resumida en un símbolo que une a todos los pueblos y culturas de manera total -en el tiempo y el espacio-, y que sigue viva y vigente en los hijos de los hijos de los Viejos Abuelos toltecas. El quincunce o la cruz de Quetzalcóatl, el par de opuestos complementarios, los cuatro rumbos de la existencia son variantes de esta sabiduría milenaria..
El futuro de México es su pasado. Es de urgente realización conocer y valorar esta sabiduría ancestral para diseñar el futuro de nuestra nación. No se puede seguir renunciando tercamente a nuestra riqueza cultural, porque es con ella y solo con ella, que encontraremos el equilibrio y la fuerza interna para formar -de nuevo- rostros propios y corazones verdaderos en nuestro país.