Juan Arturo López Ramos es autor de varios libros sobre la historia de Oaxaca, como “Esplendor de la antigua Mixteca”, “Destellos del poder”, “Historia y leyendas de Huatulco”, “Oaxaca: cuna de la civilización americana” y de la novela histórica “El país de las nubes”.
“La Declaratoria de julio de 2010 de la UNESCO --que reconoce al Valle de Oaxaca como el lugar que presenta los testimonios más antiguos del inicio de la civilización en el continente americano--, es apenas la punta del iceberg”, señala el autor.
También con una amplia trayectoria en el servicio público, donde se ha desempeñado como titular de Turismo y fundador del Instituto Estatal de Ecología, López Ramos refiere que “en Oaxaca se inventó la agricultura, el calendario, la escritura y se desarrollaron los ejes culturales que dieron origen e identidad a la gran civilización mesoamericana, que comparte créditos estelares con la hindú, mesopotámica, china, inca y egipcia, como una de las seis grandes culturas originarias del mundo”.
Actual Coordinador Técnico y de Enlace de la Secretaria General de Gobierno (Segegob), señala que después de las grandes aportaciones fundacionales de los zapotecas durante diez mil años de evolución continua, coherente, permanente, al finalizar el primer milenio de nuestra era, “los mixtecas ocuparon el liderazgo cultural de Mesoamérica del siglo XI hasta finales del siglo XIV, y su influencia fue esencial para el desarrollo de las grandes culturas del altiplano central como los tolteca, los texcocanos y desde luego los aztecas”.
López Ramos, quien muy joven se desempeñó como secretario particular del gobernador Eliseo Jiménez Ruiz, con quien recorrió intensamente todo el estado, recuerda una cita de Ixtlixóchitl al interpretar el Códice Xólotl: “Y llegaron los mixtecos a civilizar a los texcocanos”.
Luego resalta que los Anales de Cuautitlán reconocen textualmente: “…que con la caída de Coixtlahuaca empezó la verdadera consolidación de México-Tenochtitlán, porque entonces empezaron a fluir a la capital azteca las plumas de quetzal, las mantas de algodón y el oro en polvo, y también la cultura, porque todo el arte, las joyas y los libros aztecas tienen marcada influencia mixteca.
A la llegada de los españoles a Oaxaca no hubo guerra de conquista, ya que fueron los españoles los que pelearon por establecerse en el Valle por su densa población y su vasta riqueza, sobre todo por la producción de la grana cochinilla, el segundo generador económico sólo superado por la exportación de plata.
Esto permitió que en Oaxaca se establecieran múltiples órdenes religiosas, como los dominicos, agustinos, filipenses, mercedarios, jesuitas y recordemos –apunta el historiador López Ramos-- que en el siglo XVI lo más avanzado de la cultura occidental estaba en los monasterios, donde se guardaba el secreto del conocimiento del cero y se hacían los libros.
Por eso, puntualiza el oaxaqueño, no resulta extraño encontrar en ese tiempo en nuestro Estado los grandes libros de la humanidad como la Geografía de Tolomeo o los 12 volúmenes de la Naturaleza de Plinio.
Subraya que la accidentada geografía de Oaxaca ha propiciado que existan todo tipo de climas y microclimas, lo que a lo largo de millones de años ha provocado la más grande variedad biológica de México.
Esto no es un asunto menor, porque nuestro país es una de las cuatro naciones del mundo con mega biodiversidad, dice.
Insiste en que la diversidad física, climática y biológica a lo largo de miles de años ha generado en Oaxaca la más grande diversidad étnica y cultural del país, por lo que no es extraño que Oaxaca haya estado siempre en la entraña misma de la historia de México y que al asomarnos a su estudio encontremos que Oaxaca es “… una interminable sucesión de asombros”.
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